Como todxs sabemos, la situación política estará definida en unos días por la elección entre dos gobiernos posibles. No hay más que dos alternativas, cada una con una agenda política potencialmente condicionada por actores de muy diversa procedencia. En ese marco, como proyecto autónomo, la Facultad Libre se pronuncia de cara al balotage.
Estas consideraciones no surgen a partir de elucubraciones individuales ni teorías conspirativas. Surgen a partir de un larguísimo diálogo, entre muchxs de nosotrxs, y sobre todo con muchísima gente de a pie, con la intención de cotejar las propuestas de ambos candidatos, únicos dos proyectos todavía en carrera a la presidencia. Cada uno viene enfatizando cuáles serían sus primeras medidas en caso de ganar el balotage. Discurrir sobre cómo quisiéramos que las cosas sean, solo en este caso, no nos parece pertinente. Scioli -tampoco Macri- no ha sido ungido por nosotrxs, ni formamos parte de armado partidario alguno.
Parece incuestionable que gane quien gane las elecciones habrá cambios en los modos de la política. El kirchnerismo, en el último tiempo, ha tenido dificultades para establecer una forma de hacer política por fuera de los argumentos direccionados a sí mismo, obstinándose, en algunos casos, a solo 'convencer a los convencidos'. Pero, no nos queda la menor duda, Macri es la política de lo corporativo. Por lo tanto, aquí la decisión en juego no debería zanjarse a partir de la contraposición kirchnerismo o anti-kirchnerismo.
Quisiéramos detenernos en algunos puntos de lo que sería para nosotros una agenda primordial.
Entre muchísimas cosas, nos gustaría resaltar algunas cuestiones puntuales.En lo económico, lo que está juego es el valor del trabajo de cada uno de nosotrxs. Hoy más que nunca la disputa económico-política central es la relativa a dos modelos de reconocimiento del valor del trabajo. Mientras que el FpV sigue sosteniendo la necesidad de que sea el Estado el que fije el valor de la moneda, la megadevaluación que sobrevendría bajo la decisión de que sea el mercado quien defina nuestra cifra monetaria – junto a la apertura de las barreras comerciales, otra de las propuestas del proyecto 'Cambiemos'- implicaría una inmediata perdida de valor del trabajo de todxs nosotrxs, de todo el país, para beneficio de un puñado de exportadores y empresarios.
Otro eje insoslayable, para nosotrxs, es el de los Derechos Humanos. Mientras que de cara a este ballotage Scioli ha manifestado su intención de continuar con la política de DDHH asumida desde el Estado, para el candidato de la fórmula 'Cambiemos' una política de Estado reconocida a nivel internacional como la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia es nada menos que 'un curro' con el que hay que terminar. No hay allí, aunque nos digan lo contrario, diálogo a la vista. Decir que la lucha por la recuperación de los nietos, o las políticas de juicio y castigo contra los represores, han sido un curro, es de una reactivación en el presente de la violencia de la dictadura donde nada de la escucha de 'los argentinos' que nos dicen querer representar se muestra como tal.
Y hay también una dimensión cultural, que hace a la relación entre lo público y lo privado, que nos parece no podemos desatender: una victoria de 'Cambiemos' es la victoria de una avanzada del sector privado más concentrado sobre el manejo de lo público. En ese sentido, bajo el discurso de la 'gestión' se emprende una despolitización galopante, cuando allí, donde ese discurso se esgrime, lo que triunfa en realidad es la política del empresariado concentrado y los capitales extranjeros. Es la política que considera a lo público como un espacio subsidiario del mundo privado y financiero, la que gobierna la propuesta de 'Cambiemos'.
Una megadevaluación es sinónimo de caída estrepitosa de salario y de las asignaciones fijas, y una apertura comercial es sinónimo de desempleo. Aquí no hay medias tintas, no hay posiciones intermedias, no hay voto en blanco posible.
'Cambiemos' lleva adelante una desconexión estética muy potente, donde desacopla lo que dice querer generar, con lo que realmente producirían, de aplicarse, sus políticas públicas propuestas. Esa es la contradicción sobre la que habrá que hacer énfasis estos días, a fuerza de memoria: 'Cambiemos' nos habla de 'Pobreza cero', pero sus propuestas económicas, que no son nuevas sino que ya han sido aplicadas en nuestros países, en más de una ocasión, han hambreado generaciones enteras en nuestro país y en el mundo, generando, precisamente, la pobreza y la indigencia que hoy vienen diciendo querer erradicar; 'Cambiemos' propone una Argentina del 'diálogo' pero sus potenciales políticas públicas serán de una violencia sin mediaciones contra los que menos resguardo tienen; sus equipos publicitarios enfatizan su intención de predominio de la 'gestión' sobre la 'política', cuando en su paso por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires no solo han ejecutado menos del presupuesto que tenían disponible en áreas tan centrales como Salud y Educación, sino que, a pesar de ello, han sobre-endeudado al Estado municipal multiplicando por cuatro el pasivo que se tenía al momento del ingreso del Pro a la gestión de la ciudad; la promesa de seguridad dice querer erradicar la violencia de las calles, pero presentan un coctel explosivo: a la creciente desigualdad que sus políticas ya definidas generan, sostienen un modelo policial represivo -su Policía Metropolitana ha reprimido a los internados y médicos del Borda, también a la 'gente de la calle', en dos casos tan espeluznantes como paradigmáticos- que, combinados, no hacen más que volver ascendente el espiral de la violencia social y el delito violento.
La reflexión sobre las formas de la memoria no podemos desdeñarlas. Es necesario comprenderlas en su máximo despliegue. Cada uno de los espacios culturales, políticos, intelectuales, universitarios, de movimientos sociales y sindicales tendremos que trabajar con una profundidad que en el último tiempo por momentos pareció estar anestesiada, para descifrar de modo conjunto qué es lo que permite que las corporaciones más concentradas re-adquieran vitalidad política. Entramos en el punto ciego dado entre los recuerdos de mediano y los de corto plazo que es preciso desmenuzar sin atajos, mezquindades ni simplificaciones. Ese es el trabajo luego del 22 de noviembre.
Porque quisiéramos ser claros en esto: hay un linaje que hace a los hilos del poder de nuestro país y nuestra región. Quienes hoy endulzan los oídos de los que reclaman seguridad son precisamente los mismos que propiciaron la desigualdad que la genera. Es ese hilo el que hay que desentrañar. Pero no es posible que quienes así lo entendamos, nos regodiemos -en el mejor de los casos- en haber tenido razón. La política no se vincula a la verdad, sino que se trata de ver los modos en que una idea es compartida en forma mayoritaria, en un momento histórico determinado.
En este momento, en este drama específico, para el que todos pusimos lo que pusimos, de lo que se trata hoy es de no retroceder. De que las discusiones y las conquistas abiertas no sean clausuradas en un solo movimiento.
El proyecto denominado 'Cambiemos' es el intento liso y llano de suplantar lo que de experiencia popular puede trasuntar una conquista de espacios en la esfera política, por una política del sector privativo manejando las arcas de lo público. Bajo la pátina del cambio, lo que pretende profundizar no es lo que ha faltado de conquistas colectivas en estos años -las cuales, pasado el ballotage, todxs tendremos que sostener y ampliar de manera activa, gane quien gane la contienda-, sino su retroceso. El cambio que esgrime va precisamente al corazón de lo que sí se ha conquistado en derechos colectivos -conquistas laborales, educativas, científicas, de género, culturales-, bastiones que se han convertido en pisos de independencia para pensar escenarios futuros, y que esos precursos del 'cambio' no pueden tolerar porque es un piso demasiado hostil a sus intenciones privatistas.
La Facultad Libre, en este momento histórico, se define a acompañar la candidatura de Daniel Scioli. No como un cheque en blanco, ni como adscripción partidaria. La FL es un proyecto autónomo que se sostiene a sí mismo a partir de idear formas de funcionamiento que nos hagan posible no depender ni del sector privado ni de las arcas públicas. Pero todos los integrantes de nuestro colectivo vivimos de nuestro trabajo. Somos trabajadorxs, y sabemos que lo que está en juego es, como decíamos más arriba, qué valor tiene lo que cada uno de los argentinos hace día a día para construir un país más justo y libre.
Hemos trabajado con los pensadores, intelectuales, profesores, escritores, artistas e investigadores más relevantes de nuestro país. En vinculación sensible con un sinfín de experiencias de organización social y política, universitarias, culturales y territoriales de variada dimensión y reconocimiento. Venimos hace 10 años dialogando con miles de personas que han pasado por nuestras propuestas, donde la profundidad y el sentido crítico han sido un faro constante.Nuestra obstinación de pensar nuevas formas de instituciones educativas y culturales autónomas, compartidas con infinidad de gente de variada procedencia social y formativa, nos obliga a no engañar a nadie diciéndonos neutrales, en un escenario donde nadie puede serlo.
Estas semanas dieron vida a otra forma de hablarnos lo político. Se tramó, nos parece, más allá de los dos modelos en pugna, movimientos como latidos, en la reavivación de las micronarraciones, mostrando que son ellas las que mantienen lo que a veces por pereza dimos como establecido. Es momento de capitalizar estos cimbronazos en avaces de lo colectivo, de lo popular. 'Cambiemos' es un retroceso sin fin a la vista. Todo lo habremos de re-entramar, de imaginar, de crear en su más hondo sentido. Pero el 22 no podemos retroceder. Seguimos sosteniendo este diálogo. Quien quiera debatirlo con nosotrxs, aquí estamos. Ningún problema. Haremos lo que siempre venimos haciendo. Para que el cielo no se oscurezca.
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