La tragedia de Ayotzinapa en la senda del Capitalismo

Por Iván Torres Leal | Pañuelos en rebeldía y El Caleidoscopio

Texto leído el día 3 de noviembre de 2014 en la Facultad Libre de Rosario, Argentina, en la jornada de visibilización y solidaridad con México y la tragedia de Ayotzinapa El 2 de noviembre, día de muertos, según la creencia mexicana, se hacen ofrendas a nuestros difuntos para que tengan la oportunidad de visitarnos por la noche y contar con un breve momento para compartir con los vivos. Por supuesto, sin olvidar que sólo es transitorio este regreso, así como lo es nuestra estancia aquí en la tierra, tal como entendían desde la época antigua nuestros ancestros, que recibían la venia del gran Mictlantecutli, señor del inframundo en la tradición náhuatl, para dejar que las ánimas vuelvan al mundo terrenal, y así recordarnos que el sueño de la vida algún día será interrumpido. Aunque sabemos que la muerte es parte de nuestra vida (aun cuando son términos contrarios), sabemos también que hay muertes que nos duelen más, que nos calan más hondo, y son las de aquellas personas que sabemos que aun no se tenían que ir, que aun no les tocaba, que nos duele su partida, que nos llena de rabia, que sabemos que no debía terminar así, que aun les quedaban muchas luchas por luchar, mucha vida por compartir. Si es verdad lo que dice la creencia, y ellos tienen el chance de encontrarse un ratito más con nosotros me encantaría plantarme frente a muchos de ellos y preguntarles algunas cosas: a los estudiantes asesinados en Tlatelolco (Ciudad de México) el 2 de octubre de 1968 les pediría que me respondieran cómo es posible romper la idea de que la rebeldía es un momento transitorio que se disipa con la edad, a los asesinados de la dictadura argentina les pediría que me explicaran cómo resistir cuando parece que todo está en contra, a los indios y negros muertos en todo el continente les pediría algo de sabiduría que me permita resistir a las imposiciones de este sistema, al Pocho le preguntaría cuánto reditúa en el alma entregar la vida por una causa, a Mercedes –la Mecha- le pediría un poquito de la fuerza infinita que tuvo ella y que demostró hasta su último suspiro, al profe Galeano, Carlos Fuentealba y Misael Núñez Acosta su capacidad para desempeñar la pedagogía del ejemplo ,y a Luciano Arruga las agallas para resistirse a ser un peón más del brazo armado del poder político. Aunque me gustaría más encontrarme con la parca y reclamarle por qué ha decidido semejantes raptos, aunque sabemos que ella no se los lleva sola o por voluntad o destino, existen personas y corporaciones siniestras que la empujan, la obligan, la tienen secuestrada y amedrentada. También quisiera preguntarle qué vínculo tiene con los desaparecidos, porque con los muertos sabemos que va por ellos para llevárselos, ¿pero qué onda con los que desparecen?, y algo peor: los que desaparecen y son encontrados muertos. Aquellos que pasan días, meses, años y no se sabe de ellos, y los que sí saben y lo ocultan muchas veces son los que supuestamente se deberían encargar de buscarlos. Lo acontecido con los estudiantes normalistas de Ayotzinapa es una vergüenza para la raza humana, pero debemos tener claro que es una forma en que opera la lógica del capitalismo para seguir subsistiendo. Los que manejan los capitales y sus cómplices apelan a desaparecer a la gente para así generar el fantasma del olvido, con lamento, con llanto, con desazón, pero al final olvido; también desean seguir abasteciéndose de la ceguera y la sordera del pueblo, usando los medios hegemónicos de información, que quieren informar para callar e invisibilizar, por eso –en el caso de estos jóvenes secuestrados- enfocan esta noticia hacia los supuestos defectos y errores de los agredidos, intentan mostrar que son ingenuos y que hay un liderazgo macabro detrás de ellos, para que el televidente se sienta ligeramente confortado y su pasividad sea justificada, bajo el auto convencimiento de saber que lo que les está pasando es porque “algo habrán hecho”, como cuando asesinan a un joven en una comunidad rural y dicen “seguro es porque estaba tomando trago”, o cuando en un barrio matan a un niño y dicen “pero es porque el andaba en malos pasos”. Esto que sucede en México y ha conmocionado a gente de todo el mundo es una muestra de que las guerras siguen existiendo y siguen siendo redituables, todavía operan los crímenes de estado porque todavía son funcionales al sistema capitalista; en el estado de Guerrero desde los años 70’s se generaron confrontaciones guerrilleras, donde destacan luchadores sociales como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez (por cierto, ambos egresados de la Normal Rural de Ayotzinapa), en el año ´95 fueron reprimidos y masacrados un grupo de campesinos a cargo una banda de mercenarios para-policiales que sirven como el brazo represor extra-oficial del Estado y de los narcos. Por eso también el narcotráfico es funcional al capitalismo, porque le da vía a estas estrategias crueles de sostenimiento de su statu quo, porque los narcos contribuyen a seguir colonizando el país con la dependencia de los proveedores de armas, contribuyen a acrecentar el imperio bajo las políticas de estado de “mano dura” y fortalecen los patriarcados porque difunden una cultura machista de relaciones verticales en los espacios sociales, tan individualistas, que fomentan que sólo sobrevivirán los más aptos. De ahí que tanto el gobierno y el narco, o –más bien dicho- el narcogobierno haya tenido esa incidencia tan violenta sobre esos jóvenes el pasado 26 de septiembre, y hayan sido asesinados dos estudiantes años atrás, y hayan sido asesinados y detenidos varios campesinos y luchadores ecologistas, porque en verdad les estorban. A un sistema colonial, imperialista y patriarcal le interesa que un país como México –bajo el pretexto del narco- conceda terreno para bases militares, entregue los bienes naturales y lastimosamente sea el primer generador de casos de trata de personas, inmigrantes asesinados y desaparecidos, periodistas muertos y que de 2006 hasta esta fecha se tenga una cantidad que supera los 100000 asesinatos en esta supuesta guerra contra el narco que emprendió el ex presidente Felipe Calderón, la que más bien fue una lucha contra la sociedad y a favor de la militarización. Y seguimos asombrándonos ante el nivel que puede tomar nuestra indignación, cuando se han descubierto demasiadas narcofosas de cadáveres, pero sabemos que no son las primeras, años anteriores ya habían surgido otras, pero estábamos tan obnubilados con la supuesta prosperidad del país del “no pasa nada”, que no nos queríamos dar cuenta. Preferíamos ver al narco como un hecho folklórico, a las redes de violencia y de trata con un silencio cómplice, al abuso hacia alguien de nuestra raza como un problema ajeno, y como dijo Calderón, a los muertos como “daños colaterales”. Un pobre es funcional al capital porque el sistema sobrevive de la miseria de otros, pero un pobre rebelde y/u organizado es una molestia y un peligro, es por eso que tal vez se pueda entender y explicar ese actuar tan extremadamente inhumano y violento, ¡se trata de 43 desaparecidos y seis muertos!, ¡se trata de jóvenes de menos de 20 años que fueron masacrados! No hay pretexto que valga para accionar de esa forma. Eran pobres y eran incómodos, así como los campesinos rebeldes asesinados en el 95, así como aquí en Argentina lo es gente como Luciano Arruga, que se rebeló a ser un objeto de la policía, como Félix Díaz, que se rebeló a ser el genérico líder indígena que pide dádivas y se conforma con las migajas silenciadoras que le caigan de arriba. Desde la lógica burguesa el pobre vale menos, y su muerte duele menos. Cada vez nos estamos acostumbrando a escuchar que la gente está muriendo y desapareciendo. No es casualidad que la mayoría de la gente que es desaparecida sea pobre, sea rebelde o sea las dos cosas, que juntas son mucho peores para los gobiernos. Tampoco es casualidad que en países como Colombia los campesinos sean culpados del clima de violencia que ha vivido ese país durante décadas. Pero rebeldía también es no dejar que esto pase desapercibido, y esto que se está haciendo es de suma importancia, porque una gran parte de la sociedad se está movilizando, organizando, concentrando en marchas, huelgas, intervenciones, acciones legales, encuentros, ceremonias, donde se muestra el descontento y la digna rabia del pueblo, y también la determinación a que esto se esclarezca y que se den cambios radicales. Una de las consignas es el grito famoso y lleno de sentido “que se vayan todos”. Por eso, un alarido estruendoso consiste en no dejar que se traten como naturales las desapariciones forzadas y no dejar que los medios minimicen las luchas o tergiversen la verdad. Es necesario que cualquier desaparecido, en cualquier parte del mundo nos llene de la rabia suficiente para levantar la voz y tomar las calles o cualquier espacio que se convierta en nuestro territorio de lucha. Creo que todos los desaparecidos son motivo para alzar el brazo y empuñar con fuerza, sin importar lo que diga el sentido común. Nos es casualidad que corran ríos de sangre en esa tierra calurosa donde convergieron las grandes batallas por la independencia de México, donde llegaron los esclavos africanos y donde ahora se muestra la peor de las desigualdades en lugares como Acapulco, paraíso turístico apropiado por las grandes multinacionales, donde contrasta la modernidad capitalista con la precariedad de sus habitantes. Por eso aquí estamos, porque deseamos denunciar y deseamos compartir juntos esto que nos estremece, aunque sabemos que en espacios como este hay personas que hacen falta y por eso no estamos completos, y también me resulta paradójico que hablemos de esos tantos que no están y deberían estar en una jornada en la que hablamos de los desaparecidos. Porque aquí nos convoca la pérdida forzada de gente y el dolor de sus familias y a la vez sentimos dolor por otros tantos que ya no tenemos presentes, como aquellos que se llevó la calavera antes de tiempo y bajo el influjo de la violencia sistemática, me llegan a la mente el Jere, Mono y Patom, también me hacen recordar a las víctimas de Acteal, en Chiapas, México, asesinados brutalmente en el año 97. A tantos caídos a los que han querido dejar sin nombre y sin historia, desde aquí queremos decirles que no están solos, que somos parte de ustedes y que nuestra ira ante las injusticias que se cometieron en su contra nos cala fuerte, porque son seres humanos tan valiosos como cualquiera. De algunos tenemos nombres sabidos, puede ser un Brian, una Emanuel o un Gabi, puede ser un Franco Ezequiel, podemos ser nosotros mismos cuando vemos algunos de estos jóvenes rostros morenos que circulan en la red y sentimos que miramos a un espejo. Es necesario que quienes tenemos algo que nos motive a creer que la lucha es el camino no nos sintamos amedrentados, porque podemos ser más, porque no somos los únicos, en México existen grandes insurgencias que luchan constantemente contra el despojo del sistema, están los Zapatistas de Chiapas, el Pueblo Yaqui en defensa del agua del estado de Sonora, los pueblos huicholes de desierto occidental en defensa de la tierra, los indígenas michoacanos de Cherán defendiendo nuestros bosques, los indígenas kiliwas y cucapás defendiendo su derecho a pescar para vivir en contra de las corporaciones multinacionales apropiadoras, los movimientos guerrilleros, las autodefensas, y muchos más… entre estos, los estudiantes de las normales rurales, que se niegan al yugo capitalista de estudiar para escalar en el estrato social de los superiores y los inferiores, y creen que su formación surge desde el pueblo y es para y con el pueblo, consideran que formarse en la docencia no es para conseguir la movilidad social, que mantiene un sistema meritocrático, sino que sirve para obtener armas para una dignificación conjunta con su comunidad. Ese es el último proyecto de educación socialista que los recientes gobiernos han querido anular. Ese es el proyecto de muchos de nosotros desde nuestro frente de lucha, y aunque –como dijo el Subcomandante Marcos, hoy Galeano-: “sabemos de la grandeza de nuestros sueños y la estrechez de nuestra fuerza”, también estamos convencidos que –dicho por el Che Guevara-: “podrán cortar todas las flores, pero nunca terminarán con la primavera”. Es hora que la parca se quite las cadenas y se ponga de nuestro lado, y si alguien tiene que morir prematuramente, que muera la tristeza y la injusticia, y a su vez que viva la vida, para que podamos compartirla juntos y juntas, en un horizonte de libertad. Saludos mexicanos e indignados desde la Patria Latinoamericana.   --- Ayotzinapa, uno de los crímenes sistemáticos del Estado Mexicano Dafne Isis Cruz Monroy - Bodegón Cultural Casa de Pocho

"Es muy importante comprender quién pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella." - Julio Cortázar

  Cuando pensé en escribir unas líneas que nos acercaran a contextualizar el escenario en el que se desarrolla los hechos inaceptables e inmensamente dolorosos que nos convocan el día de hoy, lo primero que vino a mi mente fue desglosar el estrecho vínculo que tiene el Estado en sus tres órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal) con el “crimen organizado” y/o los “cárteles del narcotráfico y sus brazos armados –sicarios-“; justo ahí me detuve y me di cuenta que estaba cayendo en lo que el Gobierno mexicano quiere que caigamos todos, en asegurar que fueron estos actores, por supuesto presentes en todo el territorio nacional, quienes ejecutaron los crímenes ocurridos en la noche del 26 y en la madrugada del 27 de septiembre pasados. No con esto quiero decir que no tengan participación, pero no de la forma que el Estado quiere hacérnoslo creer, por ello, decidí retomar la reflexión desde otra perspectiva que espero logré dar algunos aportes a la discusión que se llevará el día de hoy. Sin lugar a dudas el Estado mexicano está sumergido en una crisis que a estas alturas es imposible disimular. El asesinato de 3 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, de otras 3 personas en la noche del 26 de septiembre y la posterior desaparición forzada de los 43 normalistas ha puesto en evidencia, no sólo a nivel nacional sino internacional, la política terrorista que se ha venido desarrollando en el territorio mexicano desde hace ya muchos años (recrudeciéndose en el sexenio de Felipe Carderón con su denominada “guerra contra el narcotráfico” que dejó 121 mil 683 muertes violentas –entre las cuales se habla de que alrededor de 5,000 eran niños(as)-, y continuando con el gobierno actual encabezado por Enrique Peña Nieto), dejando al descubierto el binomio que describe al gobierno en sus tres ámbitos: Corrupción-Impunidad. Lo que ocurrió en Iguala fue un crimen de Estado, y no podemos ni debemos llamarlo de otra forma. Fueron asesinadas 6 personas, 3 de ellos estudiantes (uno de ellos torturado y posteriormente asesinado), en la noche del 26 y la madrugada del 27. También hay que tomar en cuenta a los 20 heridos, algunos de ellos muy graves, estos hechos son crímenes lesa humanidad. Estos ataques fueron perpetrados por la policía municipal y personas vestidas de civiles. El Estado pretende hacernos creer que fue un hecho aislado, que si bien estuvieron involucradas personas pertenecientes a las fuerzas públicas, éstas actuaron de manera autónoma, debemos darnos cuenta que este hecho fue planificado, ordenado y ejecutado desde mandos superiores, no se dan estos hechos por “ausencia” del Estado. El Estado sabía lo que estaba pasando en el preciso momento en el que estaban ocurriendo los acontecimientos. Se tiene información que desde a las 21:00 horas del 26 de septiembre el gabinete de Seguridad Nacional recibió reportes sobre lo que estaba sucediendo con los estudiantes de Ayotzinapa. La detención y desaparición forzada de los 43 normalistas ocurrió con el conocimiento, en tiempo real, de agentes de la Procuraduría General de la República y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen/Gobernación), y los mandos de la Se¬cretaría de la Defensa Nacional. Es previsible, y hasta obvio, que se le haya informado al responsable de la cadena de mando y comandante supremo, el Presidente de la República. Como sabemos los estudiantes fueron trasladados por automóviles de la policía, por agentes uniformados. Los jóvenes de Ayotzinapa se habían visto en un hostigamiento desde tiempo atrás, como respuesta a sus demandas sociales y educativas que se vio consumado ese 26 y 27 de septiembre. Tenemos que contextualizar que no sólo han sido violentados los alumnos de Ayotzinapa, debemos recordar el asesinato extrajudiacial de dos estudiantes en el año 2011 pertenecientes a la Escuela Normal Tiripetío en Michoacán a manos de un agente ministerial y uno federal, dejando a cuatro más heridos y 20 fueron torturados, en este caso se “determino” por parte de las autoridades que hubo un uso excesivo de las fuerzas del Estado, posteriormente fueron detenidos los dos agentes, que por cierto hace unos meses quedaron en libertad. Con esto quiero destacar que lo que está pasando en México no es un acontecimiento único, sino que es una forma de accionar del gobierno, que es planeado y ejecutado por una política bien pensada y estructurada. Este hecho concreto nos habla de la denominada guerra sucia, que se había vivido en México en los años 70, y que posteriormente se puso de nuevo en marcha en el año 1994 a raíz del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y posteriormente en los estados con mayores movilizaciones sociales. En los hechos ocurridos en Ayotzinapa también se habla de personas involucradas vestidas de civil, que se ha dicho de manera oficial que pertenecen al grupo delictivo “Guerreros Unidos”, pero también podrían ser lo que en algún momento se denominó “escuadrones de la muerte”, o en la matanza de estudiantes de 1968 “el Batallón Olimpia”, es decir, policías y/0 militares vestidos de civil que tienen la consiga clara de asesinar, otro hecho en el que vivimos una situación similar fue en la matanza de Acteal, Chiapas en el año 1997. Ante la repercusión que ha tenido el caso a nivel internacional, los llamamientos al Estado mexicano por parte de EUA, la ONU, la OEA, la UE, etcétera, el gobierno Federal tuvo que salir a desligarse de las autoridades estatales y municipales, posicionando mediáticamente la hipótesis de que el responsable fue el crimen organizado, con la “posibilidad” de nexos con “algunas” figuras políticas locales. El objetivo claramente del Estado Mexicano es entorpecer y confundir a la opinión pública poniendo en la mesa diversas hipótesis: por un lado la participación activa del crimen organizado “guerreros unidos” (grupo que se ha comprobado sus vínculos con las élites de poder en el municipio y en el estado de Guerrero con el conocimiento del poder federal); por otro lado dejar la posibilidad de que los estudiantes estaban involucrados con estos grupos pertenecientes al crimen organizado para así justificarlo como un “ajuste de cuentas”; otra es que los policías municipales operaron por su propia cuenta y están siendo interrogados policías que formaron parte del operativo; otra opción es que el presidente municipal dio la orden y por eso está prófugo junto con su esposa…; es decir, la estrategia es lanzar un abanico de posibilidades para retardar la investigación, conocemos muy bien esa coartada, que fue utilizada tantas veces por el gobierno de Felipe Calderón y por el actual, manejándola como una garantía para la impunidad, siendo su principal recurso el desgaste de la movilización social por el alargamiento de alguna sentencia. Desde esa fecha el Estado está administrando lo que ocurrió en Iguala. Debemos tomar en cuenta también lo que estamos viendo ahora, día a día “durante la búsqueda de los normalistas” la aparición de numerosas fosas comunes, que la atención está siendo si son o no son los normalistas, pero también debemos preguntarnos, si no son los estudiantes ¿de quiénes son esos cuerpos? Son aparatos del Estado los que sembraron esas fosas en la “guerra contra el narcotráfico” para ir generando también un ambiente de terror e inmovilidad social. Con todo lo antes expuesto no quiero decir que el narcotráfico o los brazos armados de éste no tengan relación con los hechos, es evidente que en México se vive un narco-estado, los vínculos entre los gobiernos y el narcotráfico son sumamente estrechos. --- Noviembre 2014 De nuestra mayor consideración. Nos dirigimos a ustedes para solidarizarnos por los acontecimientos sufridos por los estudiantes de la Escuela Normal “Rural Raúl Isidro Burgos” del pueblo de Ayotzinapa, en la hermana República de México. Vivimos horas que nos devuelven el asombro. Se nos demuestran como las prácticas de connivencia entre Estado y organizaciones de narcotraficantes reeditan prácticas de secuestro, tortura y desaparición que deseamos fueran memorias del pasado. El pasado en nuestro continente tiende a presentificarse. A obligarnos a reflexionar constantemente en nuestro presente. A no perder el alerta de los pueblos. Vivimos horas de espectacularidad mediática. Se pretende convertir nuestro asombro en estupefacción. Y la estupefacción en una naturalización insolidaria, inmovilizante. Pero vencemos el estupor. Vivimos horas que nos movilizan. No solo la sociedad mexicana se encuentra comprometida con la verdad y la justicia en un caso de más de desprecio por la vida. Observamos como a nivel mundial se articulan los esfuerzos organizacionales de pueblos solidarios. Vivimos una hora de convicciones y convencimientos. Los hechos aseguran al mundo que militar sigue siendo peligroso. Que comprometerse puede ser comprendido como desobediencia. Que expresar desacuerdo sigue siendo representado, por algunos, como subversión. Vivimos horas de necesaria fraternidad latinoamericana. Desde donde nunca hay fronteras, desde el pueblo, se muestran vivas las relaciones fraternas de los latinoamericanos que se expresan en un solo canto de Nunca Más. Agradecemos enormemente la voluntad de los organizadores de compartir con la sociedad santafesina su dolor, que es el nuestro. Sostenemos el compromiso de empecinada labor por llevar a nuestros sitios de trabajo cotidiano, los Institutos de Formación Docente santafesinos, la preocupación por este caso y el necesario ejercicio des-disciplinador que nos sobreponga del estupor hacia el sostenimiento de las convicciones y la fraternidad movilizante. Dejamos un saludo hermanado. Vivos los llevaron, vivos los queremos. ¡Aparición con vida y castigo a los culpables! Coordinadores Institucionales de Políticas Estudiantiles.  

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