El regreso del futuro

Habitamos un tiempo en extremo paradójico: frente a la certeza de una desorientación cada vez más extendida acerca de la sostenibilidad de los modelos sociales, de producción y de consumo en los últimos decenios acelerados, habitamos también un momento de caída de las grandes estructuras de sentido global de forma irreversible. En ese marco, pese a lo oscuro del horizonte, existen otros futuros, hasta ahora «clausurados» o combatidos por la modernidad occidental, que vuelven a tener una potencia hasta hace poco tiempo impensada. ¿De qué forma pensamos, hacemos, organizamos la ampliación de nuestro horizonte común, sirviéndonos de nuestra historias, tradiciones e imaginarios, a la vez que propiciándole una capacidad de acción en medio de un desorden global inédito?

«El regreso del futuro» es el título de un ensayo de Anibal Quijano, uno de los fundadores del pensamiento decolonial latinoamericano. Allí, la idea que Quijano pone en el centro trata de la expansión al mismo tiempo que la constitución de la civilización occidental a partir del siglo XVI y empezando por este subcontinente. A partir de allí, en los siglos siguientes, se fue cortando el presente en Asia y África y deteniendo el futuro implicado en cada presente. De ahí la idea de que cuando «llega» occidente todo lo demás queda en el pasado.

Ahora estamos precisamente en el retorno de ese futuro truncado. La desoccidentalización y la colonialidad son dos áreas, complejas, nada homogéneas, pero el horizonte es claro en ambos casos, como así también los esfuerzos que el Atlántico Norte, capitaneados por Estados Unidos, está haciendo para mantener su hegemonía, ahora ya en la etapa de dominación, ¨para que el futuro no regrese.¨ Es decir, lo destituido vuelve como futuro reconstituido. 

En este orden de cuestiones, el seminario partirá de que no se trata de destituir a occidente sino reducirlo a su justo lugar y dimensión, merecido o no, o ambos. La re-occidentalizacion es conservadora, es contrarrevolución (como el catolicismo frente al protestantismo), que intenta «contener» los estados desobedientes y desalentar a la sociedad politizada, no estatalizada, manteniendo su obediencia. Las dos esferas están entrelazadas aunque cada una tiene su esfera especifica de acción.

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